Cuando vemos en las noticias que tal o cual persona se ha hecho rica gracias a su empresa, que ha conseguido vender por millones de dólares, o simplemente que se ha convertido en uno de los empresarios más destacados, normalmente nuestra reacción suele aunar admiración y envidia, y en consecuencia de la segunda, siempre solemos pensar que el empresario en cuestión solo ha tenido suerte para llegar ahí. Esto, que evidentemente es una manera burda de quitarle mérito a su gestión empresarial, tiene que ver con la idea de que los negocios son volátiles y dependen precisamente de la suerte o de la dirección del mercado en cada momento, y no del trabajo duro y la eficacia en la gestión.
Y nosotros no vamos a negar que la suerte también tenga que ver, aunque consideramos que desde luego no es, ni mucho menos, el matiz definitivo para el éxito empresarial. La suerte es solo un factor de otros tantos que pueden afectarnos, pero será nuestra capacidad para tomar decisiones bien guiadas la que hará que nuestro negocio llegue más lejos. En eso consiste precisamente la gestión empresarial, en ser capaz de organizar y dirigir un negocio, con una estructura más o menos compleja, para llegar a conseguir los objetivos marcados desde el primer momento, a medio o largo plazo. La mayoría de empresas triunfan o fracasan por la gestión empresarial, así que será un concepto clavo a tener en cuenta si montamos un negocio.
¿Qué conceptos tener en cuenta para establecer una gestión empresarial?
Básicamente, la gestión empresarial se encarga de toda la dirección y la organización de una empresa concreta, para llevarla a conseguir los objetivos marcados a través de diferentes estrategias. Es, por lo tanto, una forma de dirección que requiere planificación, uno de los conceptos más importantes en el mundo de los negocios. No haremos las cosas porque sí, ni tomaremos decisiones basadas simplemente en arrebatos. La planificación será la guía por la que nos movamos para lograr lo que queremos, y sobre ella plantaremos todo lo demás. Empezando por la estructura de la empresa, que debe ser clara y eficaz, sabiendo qué función tiene cada puesto en cada departamento, y llevando a cabo una buena organización para la sinergia de todas las partes de la empresa.
La contabilidad es esencial para la buena marcha de una empresa, porque al fin y al cabo cualquier negocio se basa en producir bienes o servicios que generen beneficios a la propia empresa a través de su venta. Llevar una buena contabilidad y tener siempre un balance equilibrado de las cuentas es imprescindible para conocer el estado del negocio en cada momento. El plan de negocio, que tiene mucho que ver con todo lo expuesta anteriormente, será el último concepto a tener en cuenta, una guía en la que incluiremos todo lo demás para que nos sirva para seguir avanzando con nuestro negocio a corto, medio y largo plazo, sabiendo las necesidades que tenemos, marcando los objetivos, la competencia, el mercado, etc…
Principales funciones de la gestión empresarial
Basándonos en los conceptos anteriormente expuestos, no resulta complicado entender que la buena gestión empresarial se basa en cuatro funciones básicas: planificación, organización, control y dirección. Un buen director, CEO o simplemente gestor empresarial debe tener muy claros esos cuatro conceptos y ser capaz de desarrollarlos en torno a sus capacidades. Empezando por la última, la de dirección, encontramos que la capacidad de liderazgo es esencial para llevar una empresa a buen puerto, ya que genera confianza saber que hay alguien que sabe manejar el timón, alguien que tiene un plan determinado y marcado en el que confía.
La organización será una de las tareas más complicadas de la gestión empresarial, especialmente en grandes negocios, en los que normalmente se debe delegar en algunas funciones para cada departamento, sin que eso repercute en la buena marcha de la empresa, que debe funcionar como un reloj suizo, perfectamente engrasada. La planificación es el primer paso de todos, la guía que nos marcará los pasos a seguir a continuación, la forma de crear una base consistente para cada movimiento que hagamos. Y el control es simplemente una función que viene dada de todo lo demás, la forma en la que el gestor empresarial toma conciencia de que todo lo que estaba planificado y organizado se está cumpliendo, corroborándolo a través de la dirección.
Beneficios a la hora de gestionar tu empresa
Como ya hemos podido comprobar, la gestión empresarial es la forma de concretar todos nuestros planes de negocio para cumplir los objetivos marcados, a través de una buena organización, planificación y control de la situación. La buena gestión empresarial trae beneficios evidentes, como por ejemplo, una mejor comunicación interna en la empresa, indispensable cuando se trabaja en varios departamentos y es necesaria una coordinación absoluta entre ellos. También la sensación de seguridad y confianza en la dirección será mayor por parte de los trabajadores, cuando comprueben que desde arriba todo se está dirigiendo de una manera eficiente.
El control absoluto sobre todas las decisiones es una responsabilidad grande, pero también un evidente beneficio si sabemos aprovecharlo, porque al final, para lo bueno y para lo malo, el poder de tomar decisiones lo tenemos nosotros. Al tener una mayor adaptabilidad, por una buena organización, la empresa será más fuerte ante cada crisis que pueda llegar, ante los movimientos extraños del mercado, y esto será una evidente ventaja competitiva. De hecho, todo lo que suponga una gestión empresarial eficiente es ya una forma de destacarnos por encima de la competencia, tanto dentro del negocio como de cara a los clientes, lo que hará que nuestra imagen se refuerce.
Aspectos a evitar para una gestión adecuada
Dentro de la gestión empresarial se pueden cometer muchos errores, pero hay algunos que resultan fatales. El primero y más grave de todos es, precisamente, no darle a la gestión empresarial la importancia que tiene. Esto ya es cada vez menos frecuente, pero todavía hay empresarios que piensan que llevar su negocio de cualquier forma, prácticamente improvisando sobre la marcha, es la única manera de organizarse. La gestión empresarial debe basarse en una planificación clara y concreta, nada de vaguedades, nada de objetivos poco realistas. Debemos ser conscientes de que esos primeros pasos marcarán todo lo demás, así que el inicio debe estar muy bien medido.
Los objetivos deben estar bien marcados, y así serán mucho más entendibles por todos los departamentos de la empresa, que deben estar en constante comunicación. No podemos cometer el error de diversificar el trabajo dejando que cada grupo haga lo suyo aparte del resto, sin la coordinación necesaria, porque entonces será todo un caos. Otro error habitual es buscar los beneficios a toda costa, ya que son supuestamente el último objetivo, sin pensar en realidad en valorar más el trabajo humano, el talento o los recursos que tenemos. No valorar esos recursos, que son realmente la base de nuestra productividad, es uno de los fallos más habituales que encaminan a cualquier empresa al fracaso, y que debemos evitar a toda costa.